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Cautchuc: Su controversial historia.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

La palabra cautchuc significa lágrimas del árbol en quechua, de ella se deriva la palabra caucho, la cual fue pronunciada originalmente por exploradores franceses en la Amazonia.


Fue en la selva amazónica donde se desarrolló la actividad extractora de caucho a partir del árbol del caucho o seringueira (en portugués), un árbol perteneciente a la familia de las Euphorbiaceae, también conocido como árbol de la fortuna. Del tallo de este árbol es extraído un líquido blanco, llamado látex, compuesto en un 35% de hidrocarburos.



La primera fábrica de productos de caucho (bandas elásticas y suspensorios) surgió en la capital francesa, París, en el año de 1803.


El látex es una sustancia prácticamente neutra, con un pH de 7,0 a 7,2, pero cuando se deja expuesta al aire por un periodo de 12 a 24 horas, el pH disminuye a 5,0 y sufre una coagulación espontánea, formando un polímero que es el caucho.


El caucho, obtenido de esta manera, posee una serie de inconvenientes, la exposición al aire provoca que el líquido extraído se contamine con otros materiales (detritus), lo que lo convierte en una sustancia perecedera y pegajosa debido a la acción de la temperatura. Por medio de un proceso industrial, el caucho es tratado y se eliminan las impurezas; luego se somete a un proceso denominado vulcanización, que da como resultado la desaparición de las propiedades indeseables del caucho. De esta manera, el caucho se vuelve imperecedero, resistente a los solventes y a las variaciones de temperatura, adquiriendo excelentes propiedades mecánicas y perdiendo su carácter pegajoso.


Como otros grandes avances de la ciencia, la vulcanización (un avance clave en la historia del caucho), se dio en 1839, proceso por el cual se calienta el látex y se le añade azufre o selenio, con lo que se obtuvo el enlazamiento de las cadenas de elastómeros, para mejorar su resistencia a las variaciones de temperatura y elasticidad.



El caucho sintético es un tipo de elastómero, invariablemente un polímero, un elastómero es un material con la propiedad mecánica de poder sufrir mucha más deformación elástica bajo estrés que la mayoría de los materiales y aun así regresar a su tamaño previo sin deformación permanente. El caucho sintético sirve como un sustituto del caucho natural en muchos casos, especialmente cuando se requieren propiedades mejoradas de los materiales.


El uso expandido de vehículos de motor, y particularmente de sus neumáticos, iniciado en los años 1890, creó un aumento en la demanda para el caucho. Para 1925 se abarató el proceso usando butadieno, que a su vez se obtenía del butano y butileno, subproductos del petróleo que se convirtió en la principal materia prima para la obtención del caucho.


Posteriormente se descubrieron otras clases de cauchos sintéticos.


A partir de 1945 la producción de caucho sintético supero la de caucho natural y actualmente más de la mitad del caucho usado es sintético, pero aún se producen varios millones de toneladas de caucho natural anualmente, logrando importancia en épocas de precios altos del petróleo. Actualmente hay industrias donde el látex y el caucho natural sigue siendo insustituible como en la fabricación de neumáticos para vehículos pesados.


La fiebre del caucho es la denominación dada a una parte importante de la historia económica y social de países con territorios amazónicos, como Brasil, Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador y Venezuela. Este evento estuvo relacionado con la extracción y comercialización del caucho. Tuvo como centro a la región amazónica, disparando su proceso colonizador, atrayendo riqueza y causando transformaciones culturales y sociales, además de dar gran impulso a ciudades amazónicas como Iquitos en el Perú y en especial las ciudades brasileñas de Belém y Manaos.


La fiebre del caucho vivió su auge entre 1879 y 1912, experimentando, tiempo después, un renacimiento entre los años de 1942 y 1945.


La ciudad brasilera de Manaos, localizada en el estado de Amazonas, era considerada en esta época la ciudad más desarrollada de Brasil y una de las más prósperas del mundo. Era la única ciudad de este país en poseer luz eléctrica y sistema de acueducto y alcantarillado.


Manaos vivió su apogeo entre 1890 y 1920, gozando de tecnologías que otras ciudades del sur de Brasil no poseían. Ofrecía más de quince kilómetros de tranvía eléctrico, cuando Nueva York o Boston sólo ofrecía tranvías tirados por caballos. Las avenidas fueron construidas sobre pantanos desecados, se irguieron edificios imponentes y lujosos como el Teatro Amazonas, el cual fue inaugurado el 6 de enero de 1897 con una representación de la Gran Compañía de Ópera Italiana. Por su parte, la construcción del Palacio de Justicia costó dos millones de dólares. El apogeo fue posible gracias al alto impuesto que se cobraba por la exportación del caucho. Estas condiciones crearon un clima favorable para banqueros y comerciantes.



La influencia europea pudo entreverse en la ciudad de Manaos, sobre todo en su arquitectura y el estilo de vida, haciendo del siglo XIX la mejor fase económica vivida por la ciudad. La región amazónica era origen, en esta época, de casi el 40% de todas las exportaciones brasileras. Los nuevos ricos de Manaos convirtieron esta ciudad en la capital mundial del comercio de diamantes. Gracias al caucho, la renta per cápita de Manaos era dos veces superior a la de la región productora de café (São Paulo, Río de Janeiro y Espírito Santo).


Con la exuberancia económica también arribaron los peores excesos. La ostentación se convirtió en una costumbre. Los magnates del caucho prendían sus habanos con billetes de cien dólares y aplacaban la sed de sus caballos con champaña helado en cubetas de plata.



Sus esposas, que desdeñaban las aguas fangosas del Amazonas, enviaban la ropa sucia a Portugal para que la lavaran allá. Los banquetes se servían en mesas de mármol de Carrara, y los huéspedes se sentaban en asientos de cedro importados desde Inglaterra.


Después de cenas que costaban a veces hasta cien mil dólares, los hombres se retiraban a elegantes burdeles. Las prostitutas acudían en tropel desde Moscú y Tánger, El Cairo, Paris, Budapest, Bagdad y Nueva York.


La explotación del caucho en la Amazonía brasileña, peruana y colombiana produjo los más lamentables abusos en contra de la especie humana. Los caucheros contrataron cientos de criminales a los que pagaban por custodiar a los indígenas esclavizados. Estos paramilitares y empresarios eran los guardianes de un sistema económico que nunca hubiera podido funcionar bajo un régimen justo de trabajo remunerado. Los abusos eran tan notorios que les afectaba hasta la propia contextura física.


Los caucheros, a quienes se les permitía civilizar a los indios, atacaban al alba, atrapando a sus víctimas en las malocas y ofreciéndoles regalos como excusa a su esclavitud. Una vez en garras de deudas que no podían comprender y a riesgo de la vida de sus familias, trabajaban para producir una sustancia que no podían usar. Los que no cumplían con su cuota, los que veían que la aguja de la balanza no pasaba de la marca de los diez kilos, caían de bruces a la espera del castigo. A unos los golpeaban y azotaban, a otros les cortaban las manos o los dedos. Se sometían, porque si oponían resistencias, sus esposas y sus hijos pagarían por ello.



En promedio, por cada tonelada de caucho producida, se asesinaba a diez indígenas y centenares quedaban marcados de por vida con los latigazos, heridas y amputaciones que se hicieron famosos en el noreste amazónico​.


En 1885, los ingleses lograron sacar semillas fuera de la zona y plantarla con éxito en las colonias asiáticas (Malasia) y zona subtropical de África (Liberia y Congo). A Liberia se le llegó a llamar el país de la Firestone, donde esta compañía tenía inmensas plantaciones.


Hacia 1915 se comercializaron las primeras partidas de caucho de estas plantaciones a precios sin competencia posible para los caucheros de la Amazonía lo que provocó la debacle económica de la región y la de los caucheros.


El caucho proveniente de la Amazonia, pasó a tener un precio poco competitivo en el mercado mundial, reflejándose en el estancamiento de la economía regional. La crisis del caucho se profundizó por la falta de visión empresarial y gubernamental que se vio reflejada en la ausencia de alternativas que posibilitaran el desarrollo regional, lo que causó el ocaso de las otrora prósperas ciudades amazónicas.


La controversial y sangrienta historia del caucho acompaño a la demanda tan grande por este material, que hizo que las potencias europeas se adentraron en una búsqueda desenfrenada a lo largo del mundo. Una serie de innovaciones llevaron a una explosión de su demanda, lo que tuvo sangrientas consecuencias.


El caucho revolucionó la vida moderna, pero sus nocivas consecuencias perduran hasta la actualidad. Una de sus medidas fue deforestar grandes extensiones de Asia para plantar la Hevea brasiliensis del Amazona, pero estos árboles demoraban mucho en crecer y había otras plantas que generaban látex en distintas cantidades.


Justo cuando el caucho se había vuelto una materia prima indispensable para Occidente, el suministro más grande fue encontrado en lo que hoy es la República Democrática del Congo. Oficialmente el territorio se llamaba Estado Libre del Congo (ELC), pero su forma de gobierno ni siquiera calificaba como colonia, era el feudo personal del rey Leopoldo II de Bélgica. El ELC fue presentado al mundo como un modelo de libertad y prosperidad y solo gradualmente el mundo se enteró de que, de hecho, era un Estado esclavista en el que los congoleños eran gobernados por medio del terror.



Mientras Leopold cosechaba las riquezas de las enormes reservas de cobre, marfil y caucho del Congo, los congoleños se veían obligados a trabajar para evitar sádicos castigos, desde latigazos y agresiones sexuales hasta robo de sus poblados y exterminación de aldeas enteras.


La mutilación se usó ampliamente como castigo para los trabajadores que huían o recolectaban menos de su cuota, y se extendía a las familias, dejando a veces a tribus enteras mancas y cojas.



Él rey Leopold convirtió su ELC en un campo de trabajo masivo, hizo una fortuna para sí mismo con la recolección del caucho y contribuyó en gran medida a la muerte de quizás unos 10 millones de inocentes.


Recopilación de la Información y Restructuración por Antonio Jimenez.


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