Relatos (14): el dinero.
- Sr Jimenez
- 11 hours ago
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Como Harry, conocíamos a un vecino soltero treintón que se distinguía del grupo de jóvenes de una urbanización de la ciudad de Maracaibo en Venezuela por llevar su vida sin ningún apego por los estudios, aprovechándose de la hospitalidad familiar y del disfrute de empates y salidas con innumerables conquistas femeninas. Harry era el representante exitoso de un diferente modo de vida en la juventud que en ocasiones nos hizo dudar del camino de la educación para prosperar y formar una nueva familia.
En esos años finales de la década de los setenta, Harry estaba empleado como un trabajador de la sala de reproducción de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Zulia en esa ciudad, y todos pensábamos que devengaba un buen salario y que con otros beneficios extrasalariales le alcanzaban para haber adquirido un automóvil compacto y para asumir los gastos que le correspondían en la casa familiar y en su vida de playboy.

En esos años 70, en la sala de reproducción se imprimían mayoritariamente textos técnicos a través de la impresión offset para una mayor tirada. Eso les permitía a los estudiantes de ingeniería comprar a menor precio el material para el aprendizaje, y, en consecuencia, ellos valorizaban la existencia e importancia de la sala hasta un alto nivel incuestionable.

En paralelo con ese material de consulta, los profesores enviaban a la sala unos “stenciles” de Xerox con el contenido de los quid y exámenes que se usaban para imprimir múltiples copias en la máquina de impresión offset. En el ambiente universitario no faltaban los rumores sobre la compra de exámenes de parte de estudiantes con recursos, quienes teniendo sospechas de que lo aprendido en clases no les alcanzaría a una buena evaluación, preferirían tomar el camino torcido de un delito que los involucraba a ellos como los compradores conjuntamente con el vendedor de la copia de un examen.
Con esos rumores se abría una investigación de parte de las autoridades de la facultad, con unas acciones que estarían dirigidas principalmente hacia los trabajadores de la sala. La compra de exámenes para quienes tomaban con responsabilidad el tránsito universitario no era un tema que motivase ni un fugaz pensamiento.
Quienes se prestaban para ese delito eran, en líneas generales, los adoradores del dinero, incluyendo a quienes les sobraba y tenían el poder para corromper, y también a quienes lo necesitaban y lo aceptaban para sus propósitos en gastos no esenciales, y entre estos últimos, por supuesto, que podría incluirse a Harry, ya que el dinero le facilitaba un mayor disfrute en su hobby de la cacería femenina.
En unas décadas transcurridas desde esos años, a unos funcionarios de liderazgo en la principal industria de Venezuela y con las más grandes fuentes de riqueza del planeta, se les culpó de lucrarse indebidamente con el dinero por ellos administrado. A cinco de los últimos siete presidentes en ejercicio de la estatal petrolera de Venezuela (PDVSA) desde el año 2002 hasta el presente se les ha acusado de robustas tramas de corrupción.

De esos cinco, tres están encarcelados, uno murió estando bajo custodia en prisión, y uno vive en el exterior bajo un permisivo exilio. Los gobiernos venezolanos que han permanecido durante las dos décadas y media del siglo XXI, en pocas palabras, han estado copados de zamuros que los colocaron para cuidar carne y se la comieron.
No sería descabellado pensar que esos profesionales siendo estudiantes se hayan involucrado en la ilegal compra de exámenes. El dinero es tan sólido como el granito o el acero, ya que después de todo es lo que se utiliza para construir fábricas y rascacielos, y adicionalmente construye las reputaciones.

El dinero pasa de unas manos a otras y se mueve rápidamente sin hacer ruido, sin pensárselo dos veces y sin el menor atisbo de trascendencia. El dinero pone en marcha la maquinaria y desaparece sin dejar rastro.
La colocación de una fortuna al alcance de alguien que no se lo esperaba, que no lo había buscado ni imaginado, lo colocaría en medio de un caos en el cual sería difícil el rechazo. A modo de moraleja: aquel quien está atento le llegan las ganancias, y en el país en donde el dinero ha soplado como un huracán, se ha llevado a varios que demostraron la ausencia de valores y principios.
Antonio Jiménez.
“La corrupción, como refleja el texto, parece inherente a la naturaleza humana y a la sociedad , pero su percepción en Venezuela se magnifica por la falta de temor a las consecuencias, a diferencia de otros países donde la rendición de cuentas es más efectiva. El caso de Harry, un vividor que posiblemente se beneficiaba de pequeños actos ilícitos, ilustra cómo los delitos menores pueden ser el germen de corrupciones mayores, como las vistas en PDVSA. No hay delito insignificante: quien transgrede por poco, suele estar dispuesto a hacerlo por mucho cuando la oportunidad y la impunidad lo permiten.”
En el país en donde el dinero ha soplado como un huracán, se ha llevado a varios que demostraron la ausencia de valores y principios.